lunes, 20 de octubre de 2008

Tributo a la Ventana

Me tome el vil atrevimiento de realizar un par de tributos a Carlos Salazar Herrera, en especial a su cuento "La Ventana". Solo espero que no se revuelque en la tumba por estos cortos párrafos que hice en su honor.

De rodillas al cemento destilaba el anuncio de su salida, usando el catre como escritorio. Tras cada párrafo sentía la brisa, impregnando el sabor a mar y orina.

Mientras exhalaba sus pulmones enteritos de ansias, su corazón latía más y más rápido, arítmico, por ese sueño de quitarle el herrumbre a la luna.


Se levantó con las rodillas pantanosas y siguió su día, su noche, su culpa, con la carta esperando por ahí la mañana.


Y así, la luna volvió a herrumbrarse y envió resabios de otros días.

El cartero ese día trajó la anunción exacta, programada, dentro de su bolsa. Ya había fecha para el día en que los pequeños duendes caóticos dejarían de velarla durante aquellas noches, postrada en su esperanza. Y ahora la luna, bailaba con la Osa Mayor...ya nada más hacían falta unas cuantas danzas más.



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El charco en el suelo, se alimentaba de gotas caídas del techo...caía una gota, comía un recuerdo...caía otra gota y de sus ojos emergía una poza. Las pupilas se abrían y abrían, pero no vencían a la oscuridad, más si al tiempo.


Los tímpanos vibraban al son del castigo, los llantos, los gritos, el tintineo...pero todo seguía oscuro, aún así, el dolor en su cuerpo era intenso, sus oidos le transferían cientos de pesares ajenos.


El fogón dibujaba abstracciones, provenientes de la mente de quien sabe quien, en su cara...esa noche había cambiado la ventana por esa llama.


Una taza de café estaba en una mesita a la par suya. Ya le habían robado un par de sorbos.

Su cuerpo estaba ahí, en la silla, no se movía, a excepción de los sorbos de insomnio. Su sombra se proyectaba por toda la sala, daba vueltas de acá para allá, caminaba en círculos y su oscura mano sobaba su mentón invisible.


Otro sorbo corría por sus venas, y la sombra se veía hasta la casa de enfrente, el adobe deliberaba con la penumbra aquella, le dio una palmada en la espalda. Ya la taza develó su fondo, y la noche frente al fuego se fue con ella.





Adjunto La Ventana de Carlos Salazar Herrera

El dijo, en una carta, que aquella noche regresaría... y aquella noche, ella estaba esperándolo.

Sentada en una banca de la salita, de rato en rato, desde la ventana, hacía subir una mirada por la cuesta...hasta la Osa Mayor.

Las casas, enfrente, blanqueadas con cal de luna, estaban arrugadas de puro viejas.

A veces, las luciérnagas trazaban líneas con tinta luminosa.

El viento venía sobre los potreros cortando aromas de santalucías, y entraba fragante por la ventana... igual que el gato de la casa.

Del filtro de piedra caían las gotas en una tinaja acústica. Caía una gota y salía una nota... Caía una gota y salía una nota...

Sobre los tinamastes del fogón, el agua del caldero cantaba como nunca.

Un San Antonio guatemalteco, se había puesto negro de tanto tragar humo de culitos de candela.

La llama sobre el pabilo daba saltos sin caerse. Era un duendecillo de fuego... Pero al fin, un gatazo de viento se metió por la ventana... y lo botó.

La mujer se fue para la cocina, le robó al fogón un duende y, protegiéndolo con una mano, volvió a la sala.

En aquel momento, entró él.


El nuevo duendecillo proyectó en la pared un abrazo inmenso.

--¿Qué querés?... -dijo ella cuando pudo hablar.

--Dame un vaso de agua de la tinaja.


Hacía...¡siete años! que tenía ganas de beber un vaso de agua fresca y pura de aquella resonante tinaja, porque allá... donde él había estado tanto tiempo, el agua era tibia y salobre.

Después... se puso a acariciar con sus miradas la salita de su casa. ¡Su casa!... ¡Su hogar!...


Entonces notó que su mujer le había hecho quitar los barrotes de hierro a la ventana...

Y con una mirada, destilando gratitud, le dio las gracias.


De Cuentos de Angustias y Paisajes, 1947

jueves, 9 de octubre de 2008

Culminación

En la habitación solo se lograba oir el vaivén rechinante de la mesedora.

**Es solo un borrador, no le he revisado la ortografía o el estilo, después lo hago, mientras, léanlo y opinen por favor :) **

El viejo contemplaba el mundo por la ventana de su estudio, como miles de veces lo había hecho, en esa y otras cientas de ventanas, era un ritual espectacular, tan solo una pequeña visión, pero el la sabía explotar, el podía generar un caudal de pensamientos impulsados por la curiosidad, la sed de conocimiento. Tratar de dimensionar la magnificencia y complejidad del baile de las hojas con el viento, por ejemplo, hacía a su mente volar por otros mundos, mundos donde una gran pizarra se erguía, siempre tratando de develar otro secreto más, otra divagación.

La estancia estaba iluminada por algunas pocas candelas, el movimiento del fuego en la mecha lo hacía pensar que la lumbre era una fuerza caótica resistiéndose a vivir en los límites de la mecha mecha, esa llama quería huir, deseaba volar, ir más allá de su realidad, pero el universo de la candela se lo impedía, con esa lucha eterna se identificó el viejo durante toda su vida. El piano permanecía callado a la par del librero, en el muro opuestos a la puerta, dos menesteres vitales para el. ¡Cuantas melodías dieron explicación y nombre a miles de sentimientos allí mismo!, bastaba con levantar la tapa del teclado para exhortar a sus dedos de lucirse con esos sonidos que evocaban la sinestesia con el corazón y el pensamiento. Su librero, verlo era lo más cerca a poder palpar el conocimiento del viejo, un rastro que dejaba en el trillo del saber, pero claro, su inexactitud se definía a partir de la experimentación que siempre llevó a cabo, tratando de huir de los esquemas que solo podían causarle impotencia.

Y el escritorio, en medio de la habitación, siempre pasaba lleno de papeles con ideas e inspiraciones regadas por todo lado, la vieja computadora, usada a modo de máquina de escribir, frente a la silla, que permitía contemplar la ventana. Nunca se sabía cuando mirar por ella rescataría una idea suelta que el papel no capturó. Pero, esa noche, la máquina de escribir yacía al borde de la mesa con una manta blanca encima, guardada, su misión había terminado. Solo había un papel, una pequeña carta, en la mesa, lacónica.

El sonido de la mesedora de pronto dejó de oirse, no se movía más, el viejo permaneció unos segundos inmovil antes de levantarse, y empezó a dar tímidos pasos, lentos, como si tuviera que volver a justificar su destino tras cada paso, pero poco a poco su cuerpo se dirigía hacia la cómoda detrás de su escritorio. Se posó frente a ella y abrió una gaveta tan ancha como el mueble mismo. Contenía docenas de diarios y álbumes de fotos, otra ventana, pero esta era hacia el pasado, los pensamientos que evocaba, eran nostálgicos, a veces hasta dolorosos, otras gratificantes, dependía de cual página del diario estuviera abierta.

Domingo 5 de octubre del 2008.

A partir de este día consagro mis diarios, la bitácora de mi vida, como necesidad de satisfacer esa masoquista curiosidad de ver hacia el pasado, y no para grabar los grandes acontecimientos, no, no necesito una autobiografía ni dispondré de datos para los historiadores, eso permanecerá siempre en mi mente, sino más bien, lo hago para recordar esos pequeños detalles que no retendré, esas pinceladas que dieron color a mi vida y determinaron épocas de mi ser, esas cosas cotidianas que antes pasaba por alto, y de pronto, la era siguiente las borró y sin darme cuenta, las olvidé. La funcionalidad de este diario será, transportarme a mi pasado, ilustrándome esas cuestiones mundanas que ninguna anécdota recuerda: Aquella camisa, aquella canción, aquel bar, aquella cara, la realidad, eso quiero grabar, la realidad.”

Así empezaba el primero de sus diarios, aún conservado por Damian, el cual se cumplió la promesa, y a pesar de la pared jactándose de un Doctorado Honoris Causa, y tantas otras distinciones, el creía que su mayor logro, fue serse fiel, para bien o para mal, pero logró consumar su plan de vida, que a pesar de haber tenido grandes giros y traspiés (nada sale como se planea, he ahí lo interesante de idear planes, ver como no se realizan y los eventos sustitutos) había seguido grandes premisas, aunque el último paso aún tenía que darse y este tal vez, era el más difícil.

Lunes 13 de octubre del 2008

Hoy fue un día sin mayores sobresaltos, logré levantarme temprano, por fin llegué temprano a clases en lo que va del mes, se me olvidó llevar la mensaulidad eso si, pero no importa, estoy ya en trámites para ingresar a la universidad, y eso me emociona mucho, es un mundo nuevo, no sé que me pueda deparar, espero que sea bueno.

Bueno creo que aún no soy muy bueno en eso de plasmar detalles, con el tiempo tomaré práctica, de todas formas me quedan muchos días antes de mi muerte, muerte...jaja, tengo dieciocho años y ya estoy pensando en mi muerte. En todo caso, he decidido usar material de apoyo, compraré una cámara digital y adjuntaré fotografías, supongo que una imagen habla más que mil palabras.”

Y así aparecía la primera fotografía: Damian se mostraba frente a un edificio con otros dos jóvenes y un profesor, todos abrazados y sonrientes, se leía en un rótulo “Academia de Bachillerato Sirius”, el ver esa imagen lo conmovió enormemente, eran otras épocas, era un adolescente inmaduro, soñador, pero ahí estaban los detalles, ese rótulo significó mucho para el, también sus amigos y su profesor, personajes que vinieron y se fueron de la vida, como un trámite más, con ello un estilo de vida, una era llena de picardía, de vida, los locales de pizza y bares se juntaban con las primeras divagaciones, para así forjar a un Damian con tantos sueños como energía, contrastando con el viejo de la mecedora...una lágrima cayó sobre la foto.

Dejó el diario y su álbum correspondiente en la gaveta, sin embargo no la cerró. Entonces miró sobre la cómoda, y vió el cuadro de su familia reposando en un tapete, observó detenidamente la imagen, su esposa, su hijo, su familia, los seres humanos más cercanos a él, los que probablemente llorarían más su plan, pero aún así comprenderían lo necesario que era. Aunque para el no sería fácil, no sabía que pasaría con ellos, si los volvería a ver, si nunca más los toparía, era incierto.


Comenzó a ponerse sensible, no deseaba vivir esto, el había proyectado otra cosa, precisamente quería evadir el doloroso momento de ver la vida pasar frente a sus ojos, ahora todo el esfuerzo que durante muchos años que ahora mostraban un lado negativo: una revisión de la vida con lujo de detalles, diarios narrando las pequeñas cosas que afectaron la vida de Damian, los llaveros, copas y demás souvenirs de a cuanto lugar fue a parar, las fotos de viejos amigos y eventos, la taza de té que le dejó su esposa minutos antes, todo le causaba nostalgia.

El piano que casi quería gritar alguna de las marchas negras que su maestro escribió pensando en la llegada de este momento, mostrando las distintas concepciones de la muerte que tuvo a lo largo de la vida, y el librero, suplicaba, mostraba como aún tenía espacio para más.

Ya un poco sollozo decidió beber la taza de té, quería herirse aún más, no podía no tener en cuenta toda su vida en ese momento, necesitaba recapitular segundo a segundo su camino.

Lunes 19 de febrero del 2018

¡Al fin!! Hoy por fin me gradué, soy máster en Ciencias políticas, no puedo ni pensar en todo el largo proceso desde el día que ingresé a la primera universidad, hasta hoy. Cuanto sudor, cuantas lágrimas, cuantas glorias, es infinito. Desde mi estadía en Europa, hasta mis controversiales discursos como dirigente estudiantil, ha sido una época genial. Tengo 28 años, he publicado un par de libros, de política, de literatura, he sido cineasta, músico, cocinero, artista de circo, amante, deportista, he vivido, puedo decir que si, he vivido.

Pero me asalta una preocupación, creo que no podía faltar, yo y mis visiones oscuras de pesimismo...

¿Ahora qué sigue? Lamentablemente creo que esto sella algo importante, ha llegado el fin de mi desatada juventud, claro, no soy viejo, pero a partir de hoy me consideraré un adulto, si claro, un poco tarde dirán algunos, pero yo más bien no quiero portar ese título nunca, tampoco quiero ser un viejo cuarentón de esos que aparentan ser adolescentes. Supongo que mis días más intensos han pasado, tal vez no vuelva a probar la cocaína ni me despierte en un sillón con dos francesas conocidas de la noche anterior, eso me atormenta, mi alma es joven.

Pero tengo una misión, tengo un plan, será un cambio paulatino, aunque en unos años careceré de pelo y andaré siempre corbata, alrededor de un grupo de gente aburrida en traje entero. Adios años mozos, tendré que reducir mi experimentación a partir de ahora, poseo más responsabilidades, he decidido irme a vivir con mi novia, quien sabe, tal vez y hasta algún día tengamos un hijo...hijo...da miedo esa palabra, es como muerte o calvicie...”


La fotografía enseña a un Damian en toga abrazado de sus padres, con una cara de satisfacción, con alivio, su espalda parece ahora liberada. Varios compañeros de facultad estaban cerca, la mayoría extranjeros, probablemente ninguno se sentía tan enérgico como él, no tenían tantas expectativas, no tenían un plan.

Alguien se empezó a aproximar por las escaleras, Damian limpió sus lágrimas con las mangas de su camisa y rápidamente se ubicó en la ventana, apoyó sus brazos en el marco y empezó a fingir que contemplaba el paisaje una vez más, en caso que alguien decidiera entrar.

La puerta lentamente se abrió, y tímidamente se adentró la figura de la esposa del viejo.

    - ¿Mi vida?...¿Estás bien? - preguntó la mujer, con la voz entrecortada y suspiros de por medio, pero no hubo respuesta, mientras, ella concentró su atención en la mesa, vacía, con solo una carta en medio, y el resto de la estancia como lista para ser cerrada para siempre, eso la atormentó

    - ...Mejor que nunca – respondió tras el silencio

    - Pues no suenas muy convencido

    - No siempre hay que estar convencido de lo que hacemos, simplemente saber que es lo correcto

    - Si no estás seguro de la decisión es mejor no tomarla, los sentimientos son humanos no son cosa de avergonzarse, el miedo, la inseguridad...

    - ¡Dios mio mujer! No he llegado a donde estoy deteniendome a leer mi corazón, los sentimientos no me dan respuestas, no me dan patrones, solo han conseguido desviar mis ideas peligrosamente, las decisiones más importantes se toman con la cabeza fría, ¡Al diablo el corazón!

    - ¿Solo en eso piensas verdad? En objetos, en cosas, en teorías, en libros, en pensadores, en tácticas. No estás mejor que nunca, al contario, pareces llevar mil pesares encima, no eres feliz, observa tu mundo, tomando decisiones “prácticas”, sacrificando todo por otros y olvidando de tu propia salud emocional. Lo correcto no es solo lo que los intelectuales aprueben, sino lo que tu corazón acepte y concienta...deja de ver todo como un fenómeno por analizar, mira el mundo como un lugar para disfrutar, para sentir. No por haber cumplido tus pragmatismos eres ya inútil.

    - ¿Y qué quieres que haga ahora? ¿Que me siente todo el día a ver televisión y a charlas con esos pretenciosos que se hacen llamar amigos míos rodeados de copas de brandy? ¿Que pase todo el día en la Asamblea peleando por cuanto problema surga?

    - Contigo no se puede razonar, te has convertido en un viejo terco, no eres el mismo...pareces un sacerdote, vives por una causa que no es la tuya, una vez satisfechos los otros eres un artículo dispensable, te remuerde vivir, te duele sentir, la terquedad te imprime culpa.

    Indignada la mujer dio media vuelta y se fue, casi corriendo, con la cara entre las manos y reventada en llanto, conocía de pies a cabeza el plan de su esposo, el le permitió siempre leer sus diarios. Nunca tocaban ese punto en específico durante sus conversaciones, ella no quería ni imaginar cuando el arrebataría al mundo de su presencia.


El marco de la ventana cedió ante la presión del puño cerrado del viejo, que no podía sentirse peor en ese momento, se astilló un poco. Defraudó a la mujer que amaba a costas de evitar sus miedos, pues si, le remordía sentir remordimiento.


Pero era un hecho: Ni la más ardua planificación psicológica logró convencer a algún valiente de consumar su deseo, inclusive se armó con un revolver y una cápsula de cianuro, por si se diera el caso caso de un colaborador decidido por atormentarlo mucho y hacerlo vivir su muerte. Pero no sucedió, para tranquilidad de su amada, la cual no podía dormir cada vez que a su esposo se le ocurría una nueva forma de incitar a algún loco para darle punto y final a su camino.


Jueves 6 de mayo del 2038.

Las canas me atormentan, verme al espejo y notar las líneas de expresión, la falta de pelo, y mis ojos ligeramente blancuzcos, no hacen más que despdrender la esencia de mi vida, mi cerebro aún funciona magníficamente, pero hace mucho ya vengo en decaída. 48 años, es mucho, siento su peso, sigo sin ser anciano, aún puedo tomar una bicicleta y dar un buen paseo, pero no es lo mismo...no es lo mismo.

En todo caso, algo me llena, soy feliz, mi nombre ahora es referente de cambio, mi nombre es conciencia, y este retumba en cada rincón de la sociedad, mis tesis lograron mucho, esas canas no son en vano, me las merezco, son casi un título de noble conjugado con muchas otras cosas, gracias Damian, por existir.”


La imagen mostraba al viejo en un podio, mucha gente estaba alrededor suyo, y al parecer un mar de gente frente a él, era importante ahora, sus expectativas y sus ansías habían empezado a concretarse.

Su misión había terminado, relativamente, al menos lo suficiente para llamarla satisfecha. Estaba ya enfermando, meses atrás había sufrido un infarto, su más grande temor estaba acechándolo, y el no permitiría que sus días culminaran en un cuerpo senil, deteriorado, incapaz de ser digno de las glorias de los buenos días.


El quería sentarse a leer página por página de los diarios, aunque no quería excederse, no permitiría vivir la variante de echar marcha atrás su destino y vivir uno aún peor, uno incierto regido por el caos de la naturaleza.


La taza de té ayudó a calmar un poco el tono de las tribulaciones mentales, hacía horas no hacía más que caminar a paso lento, pensando, urgando en las profundidades de sus memorias, ya era hora, la culminación de su mundo había llegado.

Hizo un verdadero desorden rebuscando entre sus diarios, uno específico, el cual abrió en una página y puso al lado de la carta. Después se dirigió al escritorio, se quedó inmóvil unos segundos. Su mano temblando entonces trató de abrir una gaveta a la derecha del escritorio, pero estaba con llave.

    -Demonios, ahora donde dejé a esta desgraciada

“¿Qué importa la fecha? Igual coincidirá con el día de mi muerte...

Solamente quería despedirme, los amo. Usualmente las responsabilidades más grandes eran las que tenía hacia terceros, pero hoy, la tarea inexorable, inevitable, es la que tengo conmigo mismo, perdón, pero creo que verme postrado en una cama es peor castigo que este familia, de verdad los amé toda mi vida, fueron el motor de mis últimos días”


Así rezaba escuetamente la carta, escrita a mano, las gotas de dolor bañaron el papel, el no lo quiso corregir, pensó que eso ayudaría a dar una mejor idea cuanto quería su perdón.


Tras un rápido vistazo encontró la llave en la bolsa del pantalón, y prosiguió a abrir la gaveta. Su revolver estaba allí, esperando a su amo darle la última orden.

Se paró en medio del estudio, encima de la alfombra, apuntó el arma a su sien.

    -Adios, juego asqueroso que te haces llamar vida, al fin develaré tu más grande secreto, no lo podrás ocultar más. Adios vida, adios todo, fue interesante la mayoría del tiempo.


Luego de sus últimas palabras, procedió a martillar la pistola. El ensordecedor estruendo dio paso a un silencio desolador. Sus “ideas” se esparcieron sobre el librero y el piano, salpicándolos de sangre y sesos. En el piso de abajo, solo se oía el incontrolable llanto de su viuda, desconsolada.