lunes, 12 de abril de 2010

La tinta se hizo bilis

Con sonrisas benevolentes los tiranos nos fueron despojando de todo aquello que con sangre forjó el pasado, mientras nos contentábamos con sus canciones de cuna, nos calmaban sus dientes pelados prometiendo progreso y cultura. Y para cuando despertamos, la sonrisa en sus caras era ahora un goce diabólico, el delirio orgásmico que sentían al ver el cuerpo desnudo de un pueblo muerto de frío, que no le quedaba nada, ni la capacidad de pensar, de actuar, de criticar. Únicamente poseían sus manos callosas para ser esclavizadas, y así cavar más profunda su tumba.