lunes, 15 de octubre de 2012

Limbo Salomónico

El margen de experimentación cada vez se estrecha más. Las potencialidades se disminuyen, aunque no me queda claro hacia dónde van. Ya los sueños fueron pisoteados por el tiempo poco a poco. Bien sabía yo, que los planes y las aspiraciones cambian con el tiempo, pero nunca esperé llegar al punto donde los cambios me encajarían en una rutina que se improvisa a sí misma, y ahoga todo fuera de ella, lo vuelve inexistente. Nunca llegué a pensar en matar esa infantil inocencia en el futuro, que era casi mi muleta ante las no concreciones que arrastro hace mucho. ¿Vivir día a día? ¿No tener plan de vida? Ese no soy yo…pero sí lo soy.


Me siento tan aturdido, tan desorganizado, tan desarmado, que renqueo entre un mundo y otro, y no me decido. Malogro mis días en la rutina, puesto que me niego a levantarme cada mañana con expectativas positivas, con ganas. Sin embargo, no me he convencido de abandonarla, mis convicciones por ahí se asoman de vez en cuando, y asfixian los ímpetus pequeñoburgueses, sin erradicar las ilusiones y los contrasten que causan las crisis.


Existo entre un limbo, mientras tomo una decisión de verdad. Soy tan frágil y tan débil, que esto de verdad me carcome, me inhabilita, me deja hecho un saco de potencialidades temerosas de florecer, de casarse irreversiblemente con un camino, y mientras tanto, se extingue poco a poco la pasión hacia todo, estancado en el tiempo, poco logro avanzar dentro del limbo salomónico. Las potencialidades se atrofian conforme pasan las lunas desérticas.

El olor a las flores me pone la piel de gallina. Lo siento, está cerca, burlándose de mí, sin embargo, suficientemente lejos para que no pase de ser una insinuación, una provocación bastante intensa. Ese olor me está retando, quiere que lo siga, que me avoque a él con todos mis sentidos, que descubra el campo colorido, y me decida por fin. Tengo un pie en cada mundo, estoy, no estoy, medio estoy, sin embargo, no puedo dar un paso importante en ninguno. Uno, está ahí, cerca, no sabe tan bien, pero es el único que me llama, que me despierta, es la corriente cada vez más fuerte; hoy amanecí en una parte del río de donde es casi imposible salirse. La otra, cada vez se destiñe más de mis memorias, pudo ser y no fue, la renegué claro, sin embargo puede ser el paliativo a la presión y el estrés. Otro día será.