sábado, 7 de mayo de 2011

Patéticos choques

Las colisiones de megalómanos son de los fenómenos más desastrosos que existen en el universo virutal de la culturalidad humana. Reptan por esas dimensiones ideáticas los egos en conflicto, hasta que se topan en el espacio y se dan cuenta que su coexistencia es imposible... ¿qué puede provocar más lástima que una manada de engrandecidos clamando su lugar por la cúspide? Eventualmente, hacen pasar sus caprichos por conjeturas maduras y objetivas, por clamores de la patria, por epifanías divinas llamadas a ejecutarse, o demás formas que asumen las mentes, digamos, “que se aprecian un poquito más de lo que consideraríamos sano”.


Gracias a que las mieles de la autoridad en nuestro sistema político-cultural están endulzado por accesorios de lujo como el poder, la fama, el dinero, las piernas abiertas de innumerables meretrices y la compensación de muchos complejos de inferioridad (que de vez en cuando impulsan la búsqueda incesante del protagonismo), allí se hacen converger los cuerpecillos de esos megalómanos. Ellos, aún teniendo dos brazos, un tronco, y una cabeza, como casi cualquier ser humano, parecen pesar más en nuestras mentes...sin embargo lo único que parecen tener en exceso es ego, el cual, sin ser modestos, puede equiparar la masa de algunos astros.


De modo lamentable, sus niñadas incongruentes e ilógicas, finalmente son asumidas como los intereses comunes de grupos de personas, de naciones, del mundo entero. En ese momento, cuando las riendas del mundo la toman los instintos más salvajes y egoístas del ser humano, es cuando la tubería de la mierda se desboca torrentosamente sobre nuestras cabecitas imperceptivas e ingenuas. Y todo, gracias a esas cápsulas de caca, los cráneos de los megalómanos, que dan la receta para que el contenido de su materia gris-café se generalice. Entonces, las semillitas se riegan por ahí, y todos, sin excepción, tenemos partículas fecales en nuestra lengua, en nuestros ojos, en nuestras venas, gracias a que de mierda vivimos y en mierda nos convertimos. ¿Qué pasa entonces, cuando un montón de insignificantes seres son incapaces de coexistir en el mismo espacio sin destruirse los unos a los otros?...¿tenés ventana?, sí, mirá para afuera.