jueves, 30 de julio de 2009

De océanos y distancias, fuego y presagios.

Las marcas en mi cuerpo no son
indelebles recuerdos , sino
tristes resabios que pronto sanaran.
Que mal…

Y es que aún destilo lágrimas
de cuando en cuando
con solo curiosear tu suerte
con suponer, imaginar, inventar
el lugar que te alberga ya.

Esa misma suerte me despelleja,
machaca con sus colmillos
las mariposas de mi estómago
vertiendo ácidos y olvido.

Me incompleta, discurre océanos
entre tu buena suerte y mi desdicha
Sonreís, lloro. Ambos somos felices.
Pero yo sigo aquí. Y mi felicidad
en realidad no existe

Soy feliz por vos, es tu camino
Yo entiendo: es tu cosmogonía
tu renacer, tu nueva vida.
Pero en mi cotidianidad, no es más
que arrancar una página de la vida,
arrugarla, romperla, esconderla,
pero sin antes voltearla, superarla,
agotarla.

Deseo retornar las manecillas
y hacerme masoquista
tomar el bus y verte,
aunque sea una tarde vez más.
Pero a estas alturas
de seguro un océano
ya divide nuestros cuerpos.

Y pensar que ayer
tan solo una mirada nos apartaba.


He acá una poesía. Casi nunca escribo poemas, y usualmente no lo hago muy bien, creo que esta no es la excepción. Más en todo caso, la utilicé como medio para desahogarme un poco. Aunque odio enclicharme y enmarcar la poesía en mi y mis sentimientos, cosa que generalmente no me gusta en otros autores. Pero bueno...

Tampoco me siento tan tan mal. Creo.

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