jueves, 15 de octubre de 2009

Géminis

Y el géminis amoroso te cuenta palabras de alivio, que desvanecen aquellas penurias que todos asumen producto de la paranoia, del masoquismo que pretende dividir la razón de la estabilidad mental con su ejército de fantasmas. Los besos plásticos de la máscara se sentían tan reconfortantes; sus ojos, aunque semiocultos, prometían lechos de rosas y caminatas por el bosque, pero algo seguía inquietando al loco, vanas suposiciones tal vez.

Por suerte para la justicia, el géminis es experto en la mentira, más no sabe guardar sus huellas, no hay mejor detective que aquel que practica a ser traicionado todas las noches sin cariño; en el mundo no hay trama más compleja que la tejida por una mente en desasosiego con el mundo. Finalmente, ni el más diestro maestro del engaño es capaz de esconder su nuca para siempre, a partir de ese momento, la confianza forzada se convierte en ingenuidad, y las tribulaciones subjetivas devienen en intuición casi mágica. Más el premio de la agudeza no es otro sino correr el telón que oculta los guiones escritos por todos, finalmente, nuestro don supremo se convierte en un castigo, penetramos el averno y los demonios materializan nuestra prognosis infernal.

Ya sé porque nos llaman locos, después de todo somos capaces de descubrir las nucas costrosas que casi todos ennegrecen fundamentados en la libertad y el gozo; tienen miedo, por eso nos recluyen en manicomios, celdas donde las verdades solo rebotaran en el prístino blanco de las acolchonadas barreras, y mientras ellos afuera, continúan la danza sobre las tablas, con mucha utilería y palabrería.

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